Arquitectura y la Autoría
La arquitectura, a diferencia de muchas otras artes, rara vez es el producto de una sola mente. Aunque tradicionalmente se celebra la figura del arquitecto como autor único —el “genio” detrás del diseño—, esta idea simplifica en exceso la realidad de un proceso profundamente colectivo. Detrás de cada edificio hay un equipo de colaboradores: diseñadores, ingenieros, contratistas, artesanos y clientes, todos influyendo en el resultado final. Esta complejidad pone en entredicho la noción de autoría tal como se entiende en otras disciplinas creativas, obligándonos a reconsiderar qué significa “ser autor” en arquitectura.
El culto a la figura del arquitecto estrella ha dominado gran parte del discurso arquitectónico moderno. Nombres como Le Corbusier, Zaha Hadid o Frank Gehry se asocian con estilos inconfundibles, y sus obras se presentan como expresiones directas de una visión personal. Sin embargo, esta narrativa omite las contribuciones invisibles que hacen posible cada proyecto. En muchos casos, las ideas evolucionan dentro de un estudio o incluso en diálogo con los usuarios, los cuales también transforman el proyecto durante su apropiación del espacio. Esta realidad plantea un conflicto entre el reconocimiento individual y la ética del trabajo colaborativo.
Además, la arquitectura se ve condicionada por múltiples factores externos al diseñador: regulaciones, clima, presupuesto, materiales, contexto urbano, entre otros. El arquitecto, aunque creativo, no es un autor absoluto; es un mediador entre intereses, limitaciones y aspiraciones colectivas. En este sentido, el proceso arquitectónico se asemeja más a un acto de edición que de creación pura. La figura del arquitecto debería entonces entenderse más como un coordinador de voces, que como una firma dominante que borra las demás.
En contextos contemporáneos, algunas prácticas arquitectónicas han comenzado a cuestionar activamente la autoría tradicional. Colectivos como Assemble o Lacaton & Vassal priorizan los procesos comunitarios, la participación ciudadana y la construcción ética por encima de la expresión individual. En estos casos, la autoría se diluye a favor de un enfoque horizontal y participativo, donde el éxito de una obra se mide no por su autor, sino por su impacto social y durabilidad cultural. Este cambio de paradigma refleja una arquitectura más responsable y sensible al contexto.
En definitiva, repensar la autoría en la arquitectura no significa negar el talento individual, sino comprenderlo dentro de un entramado más amplio de colaboraciones, influencias y responsabilidades. El edificio no es solo la expresión de un autor, sino también un reflejo de la sociedad que lo construye y habita. A medida que enfrentamos desafíos globales como la crisis climática, la desigualdad social y la urbanización acelerada, quizás sea hora de que la arquitectura abandone el mito del genio solitario y abrace con honestidad su carácter colectivo, interdisciplinario y profundamente humano.
David A. Figueroa
Referencias: https://arqublog8.wordpress.com/2025/05/04/la-autoria-en-la-arquitectura/
https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2594-083X2021000200176
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